miércoles, 24 de abril de 2013

AMADER, la primavera del rock




AMADER, la primavera del rock

En la historia del rock local, Amader (Ateneo de Músicos Amigos de Rosario) merece una mención especial. Su creación fue posterior a la etapa primal o fundacional de Los Gatos, inseparable del nacimiento de algunas bandas de la ciudad en medio de los agitados años 70, y una anticipación de lo que sería la consagración de la llamada Trova Rosarina diez años después. La creación de ese colectivo, por fuera de la geografía porteña, permitió una difusión musical alternativa y un espacio de pertenencia para los artistas que hasta ese momento estaban en los márgenes de la escena musical rosarina. 
Eran los comienzos de la década del 70. Los tiempos de las fiestas de carnaval en el Club Provincial. Una especie de fiebre beat invadía Rosario al ritmo del fenómeno de Creedence y sus hits se escuchaban en todas partes. La música comercial con tintes divertidos sumaba más y más adeptos. Sin embargo, en paralelo, había una generación un tanto marginal, que perseguía hacer música de otra manera. 
En los barrios comenzaban a verse muchachos de pelo largo con guitarras cruzadas en la espalda y a la hora de la siesta se escuchaban los sonidos de baterías que salían de alguna casa convertida en sala de ensayo. Había gran cantidad de grupos dispersos en distintos puntos de la ciudad, pero que no tenían comunicación entre sí.
El primer puntapié para unir a esos músicos desparramados fue el de Ricardo Grassi, más conocido como Richard. A fines del año 72 y luego de ser espectador del BA Rock III, este músico de 22 años que tocaba la guitarra en una banda de la zona norte, estaba impactado. Había visto en un mismo escenario a bandas como Vox Dei, Pescado Rabioso, Billy Bond y la pesada, León Gieco, Sui Generis, entre otros.
”Me acuerdo que Charly García presentó un piano eléctrico, vertical. Era un piano común pero con micrófonos. Algo sorprendente. Pappo fue la sensación, empezaba con lo metálico, en esa época era lo más fuerte que sonaba”  recuerda Richard.
Pero otra cosa que le voló la cabeza de ese festival fue ver ese gran movimiento de gente de la producción con credenciales colgadas detrás de la escena. Esa imagen no se la pudo sacar de la cabeza y una vez que llegó a Rosario empezó a pensar en la idea de formar un club de músicos que también gozara de ese despliegue. “Quería juntar a esos músicos que eran islas perdidas, reunirlos y hacer un trabajo mancomunado” cuenta. 
Fue ahí que se reunió con dos amigos, Juan Manuel Andrada y Adolfo Calvo, a los que convocó con esa idea: salir a buscar músicos que compartieran una misma sintonía. “Hicimos como una especie de rastrillaje, nos dividimos por barrios, empezamos a preguntar entre los amigos y vecinos si había algún grupo de rock por la cuadra. Fue un trabajo de hormiga”.De a poco y apoyados en la difusión del boca a boca, se empezó a correr la bola que había una cooperativa de músicos en pleno proceso de construcción. La primera reunión de Amader fue en mayo del 73 en un salón del colegio San José. “Fue muy raro ir a pedirle a los curas un lugar. Al principio casi nos echan. Llegamos con los pelos largos, nos miraban raro y nos pidieron que por favor cuidemos el mobiliario, tenían miedo que les destrozáramos todo. Primero nos dieron un aula, después terminamos ocupando el salón de actos porque éramos tantos que no entrábamos”, dice. 
Uno de los primeros en sumarse a la propuesta fue Lalo de los Santos. Cada grupo mandó un representante para ver de qué se trataba ese incipiente movimiento rosarino de música joven. Pero la invitación no era sólo para músicos. “También abrimos el juego a personas que estaban vinculadas a la plástica, artistas, fotógrafos, técnicos que hacían luces, sonido y plomos”, explica.
A la primera reunión fueron varios personajes rosarinos como el Topo Carbone (del grupo Amalgama), Eduardo Lalo De los Santos, Néstor Raschia (guitarrista de El Angulo), Pichi De Benedictis ,Jorge Fandermole, Juan Carlos D'Azzoro (del grupo Amor) y Carlos Koki Andón (fundador de Pablo El Enterrador junto a Juan Carlos Winter Savia, Antún y Rubén Goldin). El único que no llegó a formar parte de Amader fue Juan Carlos Baglietto que a esa altura cantaba en Vía Veneto, un grupo más comercial. También estuvo presente Anabella, la primera mujer rosarina que cantó rock sobre un escenario. 



“Lo que hizo Amader fue unir a esos artistas y grupos. Y no sólo éramos músicos, les dimos lugar a los artistas plásticos en la antesala de los recitales”agrega. Así fue como se sumaron a la propuesta unos 150 artistas de la ciudad, entre ellos: Daniel Dapari (fotógrafo y encargado de registrar los recitales y ensayos), Yerba Gervasi (asistente de montaje de todas las puestas), Marcela Pavía y Marcela Pérez Castelli (a cargo de la prensa y difusión de las actividades) y los músicos Rubén Goldín, Jorge Fandermole, Juan Barco, Rubén Bass, Jorge Migoya, Feliciano Ramos, Daniel Torreiro. 
Por esos años, Adolfo Calvo todavía estudiaba Química. Pero la mayor parte del día lo pasaba escuchando música de Almendra en lo de un vecino, Juan Manuel Andrada. Una tarde, mientras estaban pegados al Audinac se enteró de la formación de esa gesta.
 “ Me cuenta que hay una movida y me interesa, claro. Ese año renuncié a mi carrera y me pasé a estudiar Humanidades. Tenía inquietudes por la plástica y empecé a colaborar desde mi lugar. Por eso cuando se empezaron a definir roles en el grupo me ocupé del diseño, los afiches, la difusión de las actividades y hasta tenía una columna que era el Criticón S.A. donde hacía los comentarios de los recitales”recuerda, Ese espacio fue nada más y nada menos que iniciador del periodismo rock en la ciudad, que hasta el momento no tenía representantes. 
Era una época muy particular. Todo se hacía con más creatividad que herramientas y medios. “Era todo a pulmón, había una impronta de búsqueda heredada de lo que había sido la década del 60. Hacía poco de lo del Instituto Di Tella, del Mayo francés, del Rosariazo y del Cordobazo”, explica Oscar Bertoglio, integrante del grupo Ámbar Blue que pasó a llamarse Ámbar por esa vuelta retórica del castellano propia de la época. 
Pero la prueba de fuego para Amader fue el primer recital: el 6 de julio del 73 en Politeama, la sala de San Lorenzo al 900 donde ahora funciona la sala Nicasio Oroño. Esa misma noche, a pocas cuadras de ahí tocaba Vox Dei, con La Biblia, en el Teatro Real.”Cuando nos enteramos nos queríamos morir. Estaban en su mejor momento. Pensamos que no vendría nadie. Así que mandamos un espía a ver cuántas entradas tenían vendidas”, dice Richard.
Para sorpresa de los jóvenes, resultó que la banda de Vox Dei tenía unas 300 butacas ocupadas contra unas 270 del recital de la mítica banda Pablo el enterrador organizado por Amader, donde hubo gente que terminó parada escuchando la presentación. “Ahí nos dimos cuenta que la movida iba a ser importante”, agrega el impulsor de Amader
El programa del primer recital decía: “Amader es la reacción de un mínimo sector consciente que el arte nació para que se manifieste a través de quienes en verdad lo sienten”. Pero en la segunda presentación, algunas críticas de intelectuales mediantes, el programa decía: “Amader es la expresión acabada de un grupo de jóvenes conscientes de la situación espacio-temporal que vivimos y del rol vital que a través de sus múltiples manifestaciones cumple arte”. 
En los siguientes recitales aparecieron las muestras fotográficas. “Siempre invitába a algún artista a presentar su obra en una antesala del show”. Pero después de un año de intensas actividades el movimiento se empezó a desmembrar. En parte, por algunas diferencias internas que aparecieron pero sobre todo por las presiones del Sindicato de Músicos de Rosario que desde principios de 1974 se hicieron cada vez más fuertes.
“Ellos nos veían como una competencia, nos empezaron a exigir contratos con los músicos y sobre todo formación, títulos, certificados y acá había muchos músicos de oreja”,dice el Conejo Osvaldo González. 
Fue así, que con presencia policial el sindicato logró impedir varios recitales con la excusa que los músicos que tocaban no tenía carnet habilitante para hacerlo. “Nos hicieron mucho daño. Porque nosotros no buscábamos la plata y ellos sí. Lo que hacíamos en Amader era aunar recursos, compartir. Si a un músico le faltaba bajista lo conectábamos con alguno, si una banda tenía una buena batería pero un mal equipo de bajo, veíamos quién podía prestar lo otro. Lo mismo si faltaban micrófonos y así con todo”, advierte Grassi.


Para Oscar Bertoglio la cuestión pasaba porque la propuesta no encajaba en ningún lugar establecido, aunque tenía una dirección clara y un sueño definido. “Veníamos con cierta inspiración del Flower Power, Veníamos con el espíritu de Woodstock. Todo iba hacia un socialismo, un compañerismo. Un nuevo mundo que para nosotros era posible”.





Cronología 1

Amader da inicio a sus actividades el 29 de Junio de 1973, en las instalaciones del salón teatro del colegio Santa Unión, de Salta 2763.
 Allí, se organiza el primer concierto de música contemporánea de la agrupación donde se  da la primera actuación como grupo de Pablo, el enterrador. Además, participaron “Anabella”, “Llanto del padre sol” y “Extasis”. 


“ANABELLA”  (Ana María Berghella)
Solista acompañada por Eduardo de los Santos y Guillermo Garabelli 
 (considerada la primera  mujer en cantar rock en Rosario)


 “Si soy una luciérnaga, hay mariposas en mi pecho y sobre
La canción que sube, una luz que coloniza los desiertos…
…Y mientras las estrella y los ángeles tengan algo que decir,
Será por mis labios que hablarán”




“Amader fue una apertura a la vida. Tenía 15 o 16 años y tocaba la guitarra y cantaba con el corazón y en mi casa me lo reconocían, pero Amader fue allá grande.
Las relaciones humanas entre pares , con las organizaciones de los recitales, con la ida a negociar teatros, era pisar el mundo de los adultos y hacerlo bien. Nunca tuvimos conflictos con nadie y eso nos dio muchísima confianza en el posterior crecimiento. Con respecto a lo estrictamente musical, no sólo conocí otros músicos, sino que empecé a escuchar discos que hasta ese momento desconocía, autores, compositores nacionales y extranjeros. Me reafirmé en ese poco tiempo en los gustos musicales y lo más importante, algunas personas de aquel tiempo aún siguen siendo grandes amigos”.

                                                                                                               Anabella


PABLO EL ENTERRADOR

Antún: Guitarra, bajo, piano y batería, Antón: flauta, piano, contralto y voz Winter: contralto, flauta, 
bajo y voz Goldín: guitarra, contralto, guitarra y voz
Coro: Patricia Larguía (soprano), Mónica Acevedo (contralto) y Graciela Muñoz (soprano)
                    


“La vida, el arte y los hombres, encerraron oscuros secretos.
Mucho tiempo, nos lleva enterrar cosas que estamos seguros, no deben existir en nosotros.
Hemos resucitado cosas de siglos que pasaron, pero al devolverlas las vestimos de siglo XX.
Por otra parte, innovar en el arte es muy complicado y requiere sacrificios, a nosotros nos gusta complicarnos y el sacrificio pasa a formar parte de nuestras vidas. Cabe señalar que Pablo el enterrador es una metáfora que no solo encierra la palabra música, sino que es una forma de vida”
                                                                                                                                    
                                                                                                                            Antún-Antón

LLANTO DEL PADRE SOL

Ricardo “Richard” Grassi,  Héctor de Benedictis,  Enzo Diamelio.

“Un día el sol se despertó temprano, miró a su alrededor, y vio que todas las cosas estaban allí, donde las había dejado. Comprendió entonces que nada había cambiado.
Al atardecer, sus lágrimas se entretejieron, formando el rayo, que se filtraba por el ojal de aquella ventana.
Dio vueltas locamente por la pieza, hasta encontrar un lugar, donde las voces inhumanas del arte, se confundían con los murmullos, de las hermanas melodías, que emanaban de dos guitarras encerradas en el péndulo del futuro.
Por la noche, el sol se resguardaba tras nuestras vidas, pintaba de oscuro el cielo y palidecía.
Esa noche el sol lloro en nuestras manos”
                                                  
                                                                                                                                    Richard Y Pichy

Cronología 2

 El 20 de julio de 1973 se llevó a cabo el segundo encuentro de Amader. Esta vez, el espacio fue el del Auditorium Ciudad de Rosario, de bulevard Oroño  3453. Participaron los grupos Amor, Amalgama, Ambar y Juancho.


Extasis (1973)

“Al revivir aquellos días, lo que más se me representa es la convivencia con mucha gente que, desde el anonimato, estaba más o menos en lo mismo. Nos empezamos a conocer personal y musicalmente hablando.
 Mi propuesta (como Juancho) era, con mi guitarra y mis letras, un intento de liberar necesidades e ideales. Recuerdo, una de mis canciones que decía: 'que se rompan las cadenas'. 
 Creo que todos estábamos en algo parecido. Hoy veo que se intenta reflotar algo de todo aquello y me parece bárbaro que suceda. Hace bien”.

                                                                 Juan Barcos





“Quiero vivir, quiero gozar,
Quiero amar, quiero alejar de mi,
Todo recuerdo que pueda tener
De esas momias mal vivientes,
Quiero vencer, voy a vencer”.
AMOR

*El grupo AMOR presento fragmentos de una ópera rock basada en los textos de “La Divina comedia” del Dante



“Amader fue un movimiento que reunió a cantidad de gente que quería demostrar lo que estaba haciendo musicalmente de manera individual. También juntó a los allegados de los músicos (plomos, diagramadores, plásticos, amigos).  Fue un oasis en medio del desierto urbano en que nos encontrábamos sumergidos. Pudimos expresarnos mucho mejor ya que, tal como dice el dicho <<la unión hace la fuerza>>, nos unimos con un mismo objetivo, con nuestros encuentros y también con nuestros desencuentros, con nuestros valores y nuestras miserias, pero básicamente con unas ganas de hacer cosas que solo se tienen a los 20 años.
Hoy con la perspectiva del tiempo puedo asegurar que ha sido no se si el puntapié inicial del partido rosarino, pero sí la mejor jugada, la más acertada”.
                                                                                                                                                             Daniel Torreiro


AMALGAMA

Eduardo Scampino : Mandolina flauta guitarra acústica y voz
Eduardo De Los Santos:Guitarras y voz
Osvaldo Gonzalez Rubio: Bajo guitarra acústica y voz
Ricardo Topo Carbone: Batería y percusión


“Amalgama es unión: y ésta se fundamenta en los puntos de coincidencia entre nosotros, la música es el más importante de todos. Entonces esta unión surge figurada como el destino, alrededor del cual giran expectantes millones de vidas, circunstancias miles de momentos, gritos y silencios…
Nosotros formamos la amalgama de todos esos factores para que, girando alrededor del destino, quizás podamos elevarnos a través del tiempo hacia el paraíso de la música”.
                                                   

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