martes, 16 de abril de 2013

Dulces 16 Fito Paez parte I


Dulces 16

En la casa de Fito había un piano pero nadie lo tocaba. Era un piano familiar, de pared, a la vieja usanza. Estaba en el living de la calle Balcarce pero nadie se acercaba. Había sido de su madre y según recordó Fito, más de una vez, “para todos tenía algo de fantasmal”. Un día le perdió el miedo o el respeto y se acercó a ese piano alemán Foster color bordo y con candelabros. Era viernes a la noche. Bajó el volumen de la tele y ante la sorpresa de todos fue hasta el piano y comenzó a hacer algunos clusters. Tenía menos de 9 años y todos se quedaron impactados. Se lo festejaron.

Pero para su encuentro con el rock, aún faltaban unos cuantos años. Todo empezó a germinar recién cuando se juntó con dos colegas del colegio a tocar folclore cerca del final de la primaria. Después de esa primera incursión empezaron a incorporar a Sui Generis.

Del primer disco de rock que compró recuerda que lo hizo en la disquería Oliveira, que quedaba en Corrientes y Zeballos, y a la que solía ir en compañía de su papá. Allí compró Zeppelín I; todo el comienzo de Sui Generis; el final de Almendra; Vox Dei entero, Cuero caliente, Jeremías pies de plomo, La Biblia, La nave Infernal.

El primer recital que vio fue el de La Máquina de Hacer Pájaros, el 7 de agosto de 1976. Estaba en la fila 7 del teatro Astengo. Fue inolvidable. Eso y el concierto de Luis al poco tiempo, con Tommy Gubistch haciendo El jardín de los presentes, fueron los que lo llevaron definitivamente a saber que era eso lo que más le gustaba.En el 79 conoció a Liliana Herrero. Ella tenía un departamento en Corrientes y Pellegrini que compartía con Raúl Sepúlveda su pareja y a través de Baglietto, Goldín o Norberto Campos, actor y director, la empezó a frecuentar. Liliana se transformó en una suerte de madre protectora o hermana mayor. Ella y Raúl le hablaban mucho del peronismo y le hicieron escuchar por primera vez las EMC. Fito le mostraba clics modernos y ella lo deslumbraba con el Cuchi Leguizamón y el Dúo Salteño.

En el teatro Astengo fue la primera vez que ganó unos pesos por tocar. El Zorro, el manager de Enrique Llopis, le pagaba una platita de vez en cuando. Compuso La vida es una moneda, el productor la escuchó, se volvió loco, pero la letra le parecía rara. Entonces llamaron a Rafael Ielpi que le puso una letra que nunca me gustó porque era muy pretenciosa. Ese día el Zorro le pagó con un chocolate Shot.En el 79 conoció a Liliana Herrero. Ella tenía un departamento en Corrientes y Pellegrini que compartía con Raúl Sepúlveda su pareja y a través de Baglietto, Goldín o Norberto Campos, actor y director, la empezó a frecuentar. Liliana se transformó en una suerte de madre protectora o hermana mayor. Ella y Raúl le hablaban mucho del peronismo y le hicieron escuchar por primera vez las EMC. Fito le mostraba clics modernos y ella lo deslumbraba con el Cuchi Leguizamón y el Dúo Salteño.

En el teatro Astengo fue la primera vez que ganó unos pesos por tocar. El Zorro, el manager de Enrique Llopis, le pagaba una platita de vez en cuando. Compuso La vida es una moneda, el productor la escuchó, se volvió loco, pero la letra le parecía rara. Entonces llamaron a Rafael Ielpi que le puso una letra que nunca me gustó porque era muy pretenciosa. Ese día el Zorro le pagó con un chocolate Shot.



La explosión de La Trova Rosarina

Cuando Juan Carlos Baglietto se separó de Irreal comenzó a tejer redes para formar lo que sería la Trova Rosarina. De la mano de él es que todos los músicos locales salieron a la palestra. Baglietto y Sus Amigos, era el grupo que formaban Rubén Goldin, Silvina Garre, Raúl Giovanolli, que era un pibe que tocaba el clarinete, Piraña Fegúndez, en percusión, Zappo Aguilera. Hacían música de Corradini (cantante de Irreal) y de Silvio Rodríguez, de Chico Novarro, de María Elena Walsh, de diferentes autores y también de Goldín, de Fandermole, de Adrián Abonizio y de Fito. Pero Baglietto era la figura convocante. Para muchos, si estaba Juan el lugar tenía onda si no estaba Juan no pasaba nada. Su imagen en el escenario, la época, el pelo largo, los tiradores, el mameluco, era parte de su onda.

“La primera vez en Buenos Aires fue en un festival que organizó la revista Humor contra Sinatra. Una cosa inexplicable, solo explicable por la coyuntura: Sinatra asociado con Palito y Palito asociado a la dictadura de una forma bastante arbitraria, creo. Yo era fan de Sinatra. Pero a mí no me importaba Sinatra ni nada. Vamos a tocar y vamos. Eso fue Obras y eso fue la consagración de Juan en Buenos Aires. Todo el mundo se quedó maravillado con él. Y con motivo: traía repertorio original y buenísimo. Así que todas las estrellas se alinearon para que al poco tiempo estemos grabando Tiempos difíciles en los estudios de EMI en Belgrano”, recordó Fito.


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