lunes, 15 de abril de 2013

La historia del punk en Rosario, la ciudad sin fundador.


La historia del punk en Rosario, la ciudad sin fundador.

Capítulo uno: 

"Welcome to bar Cachito", rezaba el letrero en la parte superior de la entrada del local. Y ese "Welcome" preanunciaba cambios en Rosario, mientras los parroquianos ajenos a todo marketing de publicidad, consumían su cerveza de turno en las mesas del bar de la avenida Pellegrini.
En el año 1977 la ciudad se debatía entre los preparativos para recibir a los visitantes que llegarían de muchos  rincones del mundo para presenciar el Mundial 78 y de soslayo la violencia político-militar de los años de plomo. Esta efervescencia se daba en todos los ámbitos, pero en un rincón de la ciudad un chico de 17 años, Eduardo Lalo Berbetoros, ajeno a esto, se incorporaba como cantante y guitarrista a un grupo llamado "La Sonora Panameña" mientras terminaba sus estudios musicales con el maestro  Santiago Grande Castelli (alias Tito) quien fuera profesor de Litto Nebbia entre otros. Con él hizo sus estudios de armonía y composición.
La agrupación tocaba ritmos tropicales con una formación de vientos, o sea al estilo caribeño. Lalo estuvo con la Sonora hasta que decidió viajar por Europa, a principios de 1981, en una especie de viaje iniciático. Un viaje que en definitiva cambiaría todos los parámetros del joven músico.
En la banda de sonido de aquellos años se podía destacar a nivel nacional a Serú Girán, Invisible o Aquelarre. En la otra orilla del mundo musical se podía encontrar a The Eagles y su Hotel California, Rafaela Carrá con Fiesta. Pero si hubo algo que iba a conmocionar el mundo años más tarde eso fue el punk, que tuvo su segundo nacimiento en Londres a mediados de los '70, como resultado de una operación de marketing, perpetrada por Malcolm McLaren desde su tienda Sex.
De aquel núcleo surgió Sex Pistols, y de la mano del  amigo de McLaren, Bernard Rhodes, aparecieron The Clash, dos grupos 
que iban a dejar una marca indeleble en la historia de la música.
La experiencia europea cambió radicalmente la visión, tanto musical como existencial, del joven rosarino. En su periplo entre Londres y Madrid pudo tener acceso a otro tipo de vida, fluctuando entre el punk inglés y el destape español de esos años.
Y aquella música desprolija, que se movía entre el amateurismo y la independencia, tocada en dos tonos, rápida y furiosa, hizo impacto en la cabeza musical de Berbetoros.
Con este equipaje regresó a Argentina, más precisamente a Rosario –su ciudad de origen–  y a su viejo barrio.

Capítulo dos:

El punk rosarino nace en Barrio Parque, en un altillo de la calle Viamonte. Al  regreso de Europa, Lalo encontró un país que hedía temor, gris de tristeza y Rosario, una ciudad amable pero sojuzgada se preparada para dar el salto con sus canciones de guitarras acústicas. Con los músicos de la Trova rosarina la ciudad llegaba a la Capital Federal y por ende a todo el país. Pero Rosario seguía siendo la ciudad gris, le costaba salir de la mediocridad a la vista de este joven músico y el panorama musical no era innovador, algo debía cambiar y él iba a hacer ese algo.
Con éste panorama poco alentador, Lalo decide juntarse con dos amigos para hacer sus primeros escarceos con el punk criollo y sin saber, que serían parte de una gran movida que se daba en otras ciudades como Buenos Aires, Mendoza yy Córdoba al mismo tiempo. La hora de la rebelión.
Ese grupo fundacional llevó el nombre de Fricción, que duró hasta que descubrió que su amigo Richard Coleman en Buenos Aires había bautizado así a su banda, y al final decidió cambiarlo por Cinema.
Y otra vez el pop le jugó una nueva mala pasada. Adolfo Martínez había pensado en el mismo nombre para su banda y preparaban un disco que se editaría un par de años después. Alrededor de 1984 con el nombre de El doble Cinema (la banda porteña) hacía su debut.
Lalo Berbetoros sin darse por vencido cambió el nombre por Télex y con algunos cambios en la formación salieron al ruedo a fines de 1981 en un lugar paradigmático: el Club Policial.
Ese recital, organizado por Juan Carlos Baglietto y Fito Páez, amigos de Lalo, en el local de la calle Entre Ríos cambió radicalmente la escena de aquel momento. Subieron al escenario con pantalones ajustados, borceguíes, camisas de cuello Mao y la gente quedó sorprendida ante la actitud del trío, la velocidad de su música y sobre todo por sus letras.Télex quería sacudir la abulia y para eso nada mejor que sus canciones: Vida en el baño, No hay futuro y Esta bien, muy bien fueron sus mejores armas.
Con esta formación Télex llegó a tocar en el Anfiteatro Humberto de Nito delante de un numeroso público siempre fiel a su estética pero fueron agredidos por algunos de los presentes cuando la banda enarboló su apotegma punk: "¡Mueran los hippies!"
Quedaron muchas anécdotas de aquellos recitales. En la letra de una canción hablaban de la libertad de elección sexual  y en un barcito de Necochea y Zeballos ante un público extraño para un evento punk, al cantar "Está bien, muy bien" que decía "Muchacho gay muy pronto tu libertad llegará…" la gente comenzó a saltar y bailar sobre las mesas, vitoreándolos. Era un reducto gay y los músicos no lo sabían.
Pocos años después, alrededor de 1986, Berbetoros fue convocado por la que sería una de las bandas más importantes de la escena local, Los Poxibeats.Al mismo tiempo, digamos 86 u 87, nacieron los que serían los sucesores de aquel primer punk: "Dokumentos por favor", que continúa hasta la actualidad.
No hay testimonios grabados de esa época  de Télex y si los hubo se perdieron en una mudanza de Lalo. Lo que queda es esa rebeldía latente, la fuerza en el sonido y el buen gusto en los arreglos que distinguen la carrera posterior de Eduardo Berbetoros, ya sea como músico o como arreglador.
En la actualidad se pueden escuchar sus trabajos en Contenido Neto, Ánima, la nueva formación de Cinema y muchas otras.

Capítulo tres:


Dentro de las bandas que pueden ser las continuadoras de este primer impulso punk, están –como ya se mencionó– Dokumentos por favor, que comenzó en 1987 con Andrés Cilenti, Walter Cortez, Lisandro Zarmoria y guitarristas que fueron rotando. Parte de ese primer material quedó editado en el compilado Rock made in Rosario, formato LP en vinilo y cassette (Musigrand), del año 1989, el tema en cuestión se llamaba "Televisor criminal". La canción tiene una base rápida al estilo punk de esos años, un muy buen trabajo de la guitarra y una elaborada letra y buena voz. Luego se editaron  un compilado de demos en el año 91. Ese cassette en aquel entonces no solo sirvió para mostrar el material de la banda, también a losartistas plásticos Max Cachimba y El Niño Rodríguez, quienes se esmeraron en el diseño de portada y sobre interno del mismo. 
La banda sufrió continuos cambios hasta llegar al nuevo milenio con una formación más estable, que es la que sigue hasta nuestros días.
Otras de las bandas que merodearon la escena punk de fines de los 80 fue Eskoria, aunque se sepa muy poco de ellos, eran de la zona sur de la ciudad y muy cerca de donde luego surgieron los Argies, otra banda del circuito punk local. Hubo un recital llamado Festi punk – La insurrección de las ratas en la sala Discepolín, de calle Sarmiento al 500. En esa fecha tocó la banda Todos Tus Muertos, que recién empezaba su su carrera junto con Celda 14, donde militaba Diego Casanovas actual cantante de Rosario Smowing,  Eskoria, Argies y Demasiado tarde, entre otras.
Otro lugar paradigmático fue lo que se dio en llamar el Galpón Okupa que quedaba donde hoy está La Casa del Tango, ese ámbito sirvió, ya entrado los '90, para reforzar la secuela de la escena punk que tomó diferentes nombres, como hardcore, post punk, straigth o el hardcore melódico y sirvió a su vez para dar inicio a diferentes actividades culturales, como teatro, malabarismo y artes callejeras. Entre otros se encontraban allí la Sole, hoy música de Una Cimarrona, Edu Vignoli, Vicente Seoane Pablo Tendela, ente otros.
La llegada de los Ramones en el año '94 cerró una primera etapa del punk en Rosario y desde allí en adelante se multiplicaron las bandas y los géneros.
Capítulo cuatro: 
La historia del punk a nivel mundial se para en dos patas: una es la estética, la moda y la otra la auténtica جque escapa de las manos de los que la pergeñaron– que marca la actitud frente a un sistema establecido. Aquí nace la verdadera vertiente punk que dio nacimiento a Sex Pistols y The Clash entre otras.
Y justamente la diferencia entre estas dos bandas son las que resaltan la historia musical del punk, allí donde los Pistols no sabían ni siquiera afinar, salvo Steve Jones, The Clash tenía músicos más instruidos, incluso en el aspecto intelectual, leían y eran abiertos a las influencias musicales de otras latitudes.En Rosario, la ciudad sin fundador, como hemos visto hasta acá, no hubo una fuerte corriente musical ligada al punk, al menos en los años ochenta. Eso se debe a por lo menos dos cosas: para hacer punk se necesita no no saber tocar y venir de una clase pobre, trabajadora en un contexto de crisis social (como la que había en Inglaterra en aquellos años o más cercanos en el tiempo el ajuste neoliberal de los años '90 en Argentina, con su secuela de desempleo y educación entre otro males). 
Y esas dos premisas no se cumplieron en el caso de Rosario. La ciudad se destaca por ser cuna de músicos de alta calidad, el rock de los '90 lo demostraría con creces, en ningún lugar de Argentina hay tantas bandas con sección de vientos, y tan buenas como acá.
Y por otro lado las clases más desprotegidas no tuvieron acceso a los instrumentos, ni a las salas de ensayos, tanto en el rock como en otros géneros más populares como la cumbia. Eso hizo que no hubiese una expresión clara del punk en Rosario, hasta ahora que se utiliza el punk como una herramienta de pensamiento social.
Desde la perspectiva de la ideología punk es que crecieron muchos grupos que de alguna manera  marcaron el panorama musical de los '90 y que iban a cimentar el espectro de bandas en el nuevo milenio. Allí, se da la explosión musical, muchas de ellos con músicos que transitaron el camino del punk en sus inicios, y con la ayuda de las nuevas tecnologías accedieron en forma más fácil a una grabación, algo impensable en los años '80.
La herramienta cibernética es una auténtica arma para la gestación de música y de ahí es posible partir a la autogestión, algo que el punk en sus inicios trataba de promover a destajo.  A modo de moraleja se podría decir que al fin, de un modo exótico, se alcanzó la libertad promulgada a mitad de los '70 y hoy cualquiera puede hacer música en el espacio de su dormitorio. 


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