lunes, 15 de abril de 2013

Música, poesía y espanto por Cesar Giulietti



Música, poesía y espanto          
“Saben los que te conocen... Que no estás igual que ayer…”

Corrían los tiempos duros de la dictadura militar. Un grupo de adolescentes, algunos casi niños, demasiados atrevidos, haciendo gala tal vez de la típica ingenuidad del joven que cree que nada puede matarlo, se movían demasiado inconscientemente o tal vez no tanto… cuando transitar las calles era verdaderamente peligroso.
Algunos de ellos llegaron a ser bastante conocidos: Juan, Fito, entre otros. Pero hoy queremos evocar a uno de aquellos personajes que surcaron nuestras calles rosarinas y que hoy, quizá, “ya son parte del mar…”. Nos referiremos a quien fuera por esos años un insólito artista que combinaba una rara mezcla de poesía surrealista, ya que efectivamente terminará recalando en el período más revulsivo de esa mítica agrupación llamada Cucaño, componiendo canciones urbanas con la ingenua propuesta clásica de la época, de pretender derribar por sí solas al sangriento régimen genocida del dictador Videla y sus acólitos. Su nombre es César Giulietti. Nacido en el medio de un entorno adonde si algo sobraba eso era la oscuridad: golpes de Estado en casi toda Latinoamérica para frenar el supuesto fantasma del comunismo que avanzaba; la horrible puesta en acto de las sociedades de control, y una juventud que heredaba el Mayo Francés, el Cordobazo, el Rosariazo. De esta manera emergían esas nuevas olas de los rebeldes años '60, y '70. El material escaso que se logró rescatar pinta a grandes rasgos este relato, una información que se filtró, que resulta imposible confirmar nos indica que al igual que grandes artistas del pasado, nuestro protagonista habría destruido buena parte de su obra; esto forma parte del misterio también, y de la oscuridad del personaje. 
Contrariamente a su poesía críptica, las letras de las canciones eran directas, cuasi panfletarias. Los medios que tenían estos artistas a su disposición eran de una carencia alarmante, como dice Charly “nadie tenía un miserable amplificador…”. Sin embargo, se los podía ver y escuchar en las plazas y en algunos bares marginales hacia finales de los años 70'; como uno que estaba en la cortada --------- y 3 de Febrero, adonde había emplazado un viejo piano que supieron tocar a cambio de unos tragos junto a Fito Páez que ya había compuesto La vida es una moneda o Carlitos Ghioldi que entonaba una canción suya llamada La carne de la Flaca. Los pocos testigos que vieron cantar a César Giulietti nos hablan de esos innumerables lugares de verdadero refugio para esa época siniestra de nuestra historia: otro bar (Albatros en calle Santa Fe entre Corrientes y Entre Ríos) también lo tuvo como refugiado de esas madrugadas de razias donde la incertidumbre de volver a tu casa era algo corriente, casi naturalizado formando parte de la escenografía cotidiana, ir a tomar algo con amigos era sinónimo de dormir en una comisaría.
Más tarde se lo pudo escuchar en la Asociación Cristiana de Jóvenes, además de una cantidad de vecinales y peñas que eran también muy concurridas por esos años, compartiendo escenario con otros artistas muchos de ellos anti-sistema, del universo underground como Mc Calister, Charly Bustos, Aquaman, Carlos Luchesse, con quien también incursionaron en extrañas fusiones musicales, además de habitar el universo común del mencionado anteriormente movimiento surrealista Cucaño.Uno de los misterios que se le atribuyen a este joven autor es que siempre actuó con diversos apodos. Esto forma parte también de la dificultad de hallar los pocos restos que quedarían de sus cosas; dentro de la música uno de los sobrenombres que los testigos mediante un afiche de la época, llegaron a reconocer era Kalec. Alguien que lo conoció de cerca asegura que este apodo se debe a que era fanático de Frank Kafka, de Edgar Alan Poe, de Oscar Wilde. Los más volados llegan a decir que fue el propio Charly García quien se inspiró en él para escribir “mientras miro las nuevas olas”, ya que ese porvenir que se imaginaba (nos imaginábamos todos) no podía ser menos funesto dadas las circunstancias por aquellos días… eran los tiempos en que Serú Giran presentaba sus discos en el teatro La Comedia. Uno de ellos: “Bicicleta”

“Quiero estar en la playa cuando se han ido… los que tapan toda la arena con celofán. Recordar las estrellas que hemos perdido y pensar a suerte y verdad nuestro porvenir, será como yo lo imagino, o será un mundo feliz…”

Y así es que jamás se supo que fue de este artista, cuál fue su porvenir, exceptuando un relato que circula, bastante acorde a todo el misterio que lo rodea, que habría emulado a Alfonsina siguiendo a sus musas, llevándose su inspiración, sus canciones y sus poesías al interior del océano (del que dicen estaba absolutamente fascinado al punto que solía quedarse inmóvil durante horas contemplándolo…) “…mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar…” otras versiones sostienen que actualmente está vivo, que durante un tiempo perdió completamente la memoria (y un poco también, la cordura…) y que trabaja como psicoanalista. Pero en definitiva, nadie puede determinar con algún viso de realidad cuál es la verdad, puesto que como sabemos, la verdad es esquiva…
                                                 
                                                                                                                            Amílcar del Gaudio



Se van todos....
Letra y música: César Giulietti

¿Dónde van?
¿Dónde van todos?
¿Dónde van?
A estallar
Los locos, los burócratas…

¿Dónde van?
¿Dónde están?
Los psicópatas
¿Dónde van?
Los desaparecidos,
los obreros de la industria…
¿Dónde van?
La rabia…
La tristeza, las prostitutas…
Las chequeras,
las amantes burguesas
¿Dónde van?

¿Dónde están?
Los superados
Los asfixiados, los vagabundos…
Los desalentados
Los explotados
¿Dónde van?

Ayúdame a encontrarlos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario